lunes, 1 de agosto de 2016

Las mil y una interpretaciones













Soy comunicadora de profesión, mi trabajo consiste en crear mensajes convincentes que conecten a los usuarios de un producto y/o servicio con una determinada marca.  Es un reto, no es fácil. Hay que encontrar coincidencias que nos acerquen, necesidades y anhelos que podamos satisfacer, incluso ir un poco más allá para llegar a ellos de una manera distinta y lograr así que elijan nuestra marca.

Entender al usuario de un determinado producto y/o servicio, es parte fundamental de mi trabajo. Si no lo entiendo, si no logro ponerme en su lugar no podré saber qué lo motiva, qué le gusta, qué le preocupa y por ende,
no lograré jamás crear un mensaje adecuado para él/ella. Sin duda no es tan simple.

Y claro,  todo esto llevado a la vida misma, tampoco lo es.

“Pasa en las campañas de publicidad. 
 Pasa en la vida real.”

Si bien, la mayoría de veces los mensajes creados para las campañas de publicidad que he manejado, han sido comprendidos y han logrado su cometido, no puedo decir lo mismo de otros mensajes creados en otro contexto, familiar o social.  ¿Por qué? Bueno, porque simplemente, no me he dado todo el trabajo ( ni siquiera una cuarta parte) que pongo en una campaña, para entender un poco más a mi receptor.

Y pasa al revés también, quizá muchas veces he sido yo la que no he estado atenta o preparada para recibir algún mensaje, logrando también distorsionar incluso la intención original del mismo. ¿Por qué? Bueno porque los seres humanos (en especial las mujeres) somos seres complejos, con anhelos, sueños y motivos distintos. Lo que alegra a uno al otro quizá le molesta o le es indiferente. Cada quien le da el significado que le quiere dar según su propia perspectiva.  

Asimismo, nuestra interacción no se detiene, sino por el contrario, son muchas y distintas las personas con las que nos vamos relacionando, por lo que un estudio tan profundo de sus gustos, actitudes y anhelos de cada una de ellas no es posible.


“Soy responsable de lo que hablo, pero no soy responsable de lo que TÚ entiendas.”

Los seres humanos somos distintos en fondo y forma, con lo cual no tendríamos por qué pensar o pretender, que nuestros mensajes signifiquen lo mismo para la otra persona. A eso habría que agregar no sólo las diferencias en la personalidad de cada uno, sino además, la carga emocional ante una determinada situación. Por esta razón,  nuestro mensaje de fondo A y forma A, podría tranquilamente ser recibido con fondo B, C, D o X, al igual que la forma, ya que lo que para uno fue suave pero asertivo, para el otro pudo ser agresivo y despiadado, tan sólo por encontrarse en una situación particular.



“No masacrar al mensajero”

Por otro lado, no sólo el mensaje muchas veces es malinterpretado sino además, es el mismo mensajero quien corre el riesgo de ser señalado, aborrecido por llevar algún mensaje percibido como poco grato para el receptor o pasa también, que puede ser que el mismo mensajero pueda llevar por sí mismo, una carga negativa, lo que automáticamente descalifica el mensaje a entregar. No importa si es un mensaje bueno o malo, simplemente lo desecho porque viene de alguien en quien no confío, o representa para mí a un grupo con el que tengo demasiadas diferencias.  

"Aprender a escuchar para comunicarnos mejor."

¿Nos hemos puesto a pensar, cuántas cosas nos perdemos y desechamos, simplemente porque vienen de alguien a quien consideramos distinto? ¿Cuántas cosas dejamos de ver y de aprender, porque estamos tan metidos en nuestras propias creencias?  Y lo más triste, ¿cuánta gente vamos dejando de lado en el camino, porque tomamos todo a modo personal sin entender que esa persona tiene derecho a tener su propia perspectiva?

Si bien comunicarnos siempre será un reto, podríamos comenzar por aprender a escucharnos mutuamente. Conocer un poco cómo piensa el otro, tratar de entender sus razones antes de desechar su opinión sólo porque no calza con la nuestra.  Aprender a LEER con atención y a PENSAR antes de responder.

En mi caso tengo 3 tips que me ayudan a la hora de dar un mensaje en este mundo tan complejo y desafiante como es el de las relaciones humanas.

Los comparto:

1.     Fíjate si lo que vas a decir es ÚTIL.  A veces el silencio es mejor.
2.     Elige siempre ser AMABLE con tus palabras.
3.     Busca que tu mensaje SUME. Si tienes algo bueno que decir dilo, de lo contrario, regresamos al punto 1.



Simple pero funciona.

Cabe resaltar  que así cumplamos al pie de la letra los tres puntos arriba mencionados, esto no garantiza que la respuesta sea la que esperamos (o quisiéramos). Pero a pesar de eso, puede ser el inicio de una amena conversación o una discusión interesante, donde si ambas personas aplican los principios básicos: ESCUCHA Y RESPETA, seguramente disfrutaremos las diferencias y ampliaremos nuestros horizontes.

Así que a cambiar nuestra forma de comunicarnos para mejorar nuestras relaciones con los demás. 

Suerte e inspiración, ¡y hasta la próxima!


No hay comentarios:

Publicar un comentario